El papel de las botas cowboy en la vida de un vaquero
Para la mayoría de los estadounidenses, y de hecho para muchas personas de todo el mundo, el vaquero del Oeste americano es una figura de heroísmo y mística.
En sus largos y arduos viajes, los vaqueros del Oeste tenían que ser trabajadores y esforzados, además de ingeniosos, valientes, tranquilos y serenos, capaces de hacer frente a todos los accidentes y peligros inesperados del camino. En primer lugar, para controlar el ganado medio manso, sobre todo el carácter feroz del ganado español, los vaqueros seguían al ganado de al lado para vigilarlo de cerca, no podían relajarse ni un momento. A lo largo del camino, el vaquero también debe tener cuidado con los lobos y otros animales salvajes, serpientes venenosas e insectos, y protegerse de las frías flechas y jabalinas de los indios. A veces puede producirse un encuentro repentino con una gran tormenta, los relámpagos y los truenos suelen provocar el pánico en el rebaño, el ganado se desboca, los vaqueros tienen que rodearlo con calma, en círculo, para eliminar el pánico.
Los vaqueros transportaban el ganado a largas distancias como si se tratara de una marcha a gran escala. Los vaqueros que escoltaban rebaños de gran tamaño tenían una estricta división del trabajo, en la que cada vaquero hacía su propio trabajo. A menudo, los dos hombres más experimentados están al mando, y un corresponsal se encarga de pasar mensajes de un lado a otro. Además, hay un “guardabosques”, antes y después de la patrulla flexible izquierda y derecha, “montando el ala” en el equipo a ambos lados de la marcha, “montando la cola” detrás del templo, a cargo de los terneros, las vacas enfermas y las vacas perezosas.
Los vaqueros, algunos de los cuales eran ellos mismos ganaderos, pero la mayoría eran peones contratados por comerciantes de ganado, que desempeñaron un papel importante en la migración hacia el oeste de los americanos del este. El pastoreo a larga distancia de los vaqueros, pionero por naturaleza, abrió directamente el camino a los que se desplazaban hacia el oeste.
Algunas de las fotografías que se conservan muestran que sus vidas eran duras y sucias, y que su trabajo no era tan peligroso como generalmente se imagina. Sus rostros polvorientos y sus camisas y pantalones de lana sueltos y caídos distan mucho de los resplandecientes vaqueros que aparecen en la pantalla y en la literatura; además, no siempre llevaban armas.
Pero sus vidas no eran en absoluto fáciles ni agradables. Al amanecer, el vaquero tenía que capturar primero a su montura con un lazo. El caballo aún no llevaba bridas, sino sólo las patas, y ya había pasado la noche en la zona de pastoreo.
El vaquero tenía que domarlo antes de empezar a reunir a su rebaño para el largo viaje hacia el norte. Los arreos de ganado pasaban a menudo por territorio indio. La dieta del vaquero era inadecuada y monótona, consistía principalmente en judías, cecina y café, y sufría frío, disentería y picaduras de insectos.